
Una columna de opinión de Arturo Lavín.
Por Arturo Lavín Acevedo
Como dice Don Leute cada vez que tiembla, lo que, si bien va siendo menos frecuente por estos días, hace poquito más de año nos tenía de caseros por estas tierras después del cataclismo de febrero del 2009, "Un remezón oiga, sirve p'a mantener el cuerpo ágil, no ve que hay que apretar cachete a lugar seguro". Y agrega: "Claro, otra cosa es que sea cataclismo, ahí queda la embarrá desde el mesmo prencipio, casi no hay tiempo p'a pensar. En ese caso, lo único que se pue'e hacer, después, es arreglar algunos estropicios, los que tengan algún arreglo, y hacer cuenta de los perjuicios, de too lo que ya no tiene arreglo niuno".
El viernes pasado, me quedé boquiabierto cuando un estimado amigo me llamó para contarme de la renuncia masiva del Directorio de la Federación. Hurgando sobre las causas y consecuencias, fuimos dándonos nuestras opiniones, hasta que di un argumento, el que aún sostengo, que causó que me cortaran la comunicación y no me respondieran en el intento de retomarla. Bueno, como alguna vez dije, está clarito que el que se enoja es el que pierde. Por eso un jinete nunca tiene que enojarse, aunque el caballo haga algo que no le gusta.
Después, he conversado con varios coterráneos el asunto y con algunos amigos de otras zonas, con los que me he podido comunicar, ya que con otros me ha sido imposible obtener respuesta. Hoy no tengo cargo alguno, es decir soy uno más de los que miramos el acontecer desde el lado, pero en la absoluta seguridad que el sistema descansaba sobre bases muy sólidas y sobre hombros de gente de valer y de mucho seso. Bueno, los expertos aseguran que los movimientos telúricos son impredecibles. Son corcovos que da la madre tierra a su antojo y amaño. A los cristianos que vivimos sobre ella no nos queda más que aguantarlos y no tenemos mucho que chistar al respecto.
Pero como dice el dicho que: "El que nace chicharra tiene que morir cantando", me di cuenta que el asuntito me corroía el seso y eso me preocupó. Por lo tanto, me puse a conversar conmigo mismo hasta que me di cuenta que tengo algunas razones para sentirme tocado por las circunstancias.
Es que allá por el año 1973, maltoncito entuavía, tuve que asistir, en representación de la Asociación Maule de Rodeo, porque a nuestro presidente no le gustaba ná mucho viajar a Santiago, a una reunión citada para analizar la embarrada que había quedado en la, en ese entonces, Asociación de Criadores de Caballos Chilenos. Claro, estaban aún muy frescos los efectos de las locuras y payasadas que había perpetrado esa chiquilla, bien loquita ella, la tal Corita. De hecho muchos criadores habían dejado de serlo porque les había quitado sus predios, así que, no tenían donde seguir criando.
Digámoslo, fue tan grande el cataclismo, que ni siquiera existía un Directorio completo. Había sede propia, estatutos y todo lo necesario para la existencia, pero no había las personas para dirigir. En el apuro, en una segunda reunión, a la que también me mandó don Gasta, para sorpresa mía, y por arbitrios de don Raúl Pavez y don Alberto Montt, fui electo director sin siquiera habérmelo propuesto. Así, una vez al mes tenía que pedir dos días de vacaciones, irme una mañana a Santiago, asistir en la tarde a la reunión y, al día siguiente tempranito tomar el tren para volver cachachito a la pega en Cauquenes. No me acuerdo bien pero fueron sus seis a ocho años que estuve en esas. Conocí a tanta gente que aún mantengo en la memoria y de la que guardo tan gratos recuerdos. Y que conste, había varios que pensaban diametralmente distinto. Pero nunca vi llevar las cosas a extremos de ruptura.
A propósito, no hace muchos días que en Abránquil me topé con don Luis Leiva, Don Lucho, el dueño del criadero "Vieja Hacienda" por los pagos de San Javier de Loncomilla. Ya con más de 90 años pero entuavía enjutito. Como para bailarse tres pies de cueca sin que se le meneé el moño.
Para seguir la hebra, por ahí por el año 2002 o 2003 participé en la fundación de la Asociación de Criadores de Cauquenes, de la que fui presidente hasta el año pasado, por lo tanto estuve otros tantos años como miembro del Consejo de la Federación. Otra vez vamos conociendo gente, de pu'aquí y de pu'allá. Otra caterva de gallos amigables y con los que los días se hacen cortos. Por supuesto cada uno con sus propias ideas. Algunos algo cargaditos al freno, pesaditos de boca en algunas circunstancias, pero todos volvedores al centro, a la amistad. Hasta hoy, o ayer, nunca conocí a uno que se desmandara hasta chocar con las tablas. Palabra que es cierto.
Bueno, el haber gastado una parte de mi vida en ésta institución, por lógica tenía que hacerme encariñarme con ella. Por el cariño que le tengo me decidí a retomar las letras y darle a la escritura, de la que me había alejado no por falta de ganas, sino que, por estar dedicado a otras cosas. Es que para esto también se requiere de algún tiempo.
Bueno, yendo al grano, en mis conversaciones entre yo y yo llegué a la conclusión que no es uno solo el problema actual. Puede que el origen o causa sea una, pero derivó en dos problemas distintos. Uno de fundamento y otro de forma. El primero ni conviene tocarlo mientras no se soluciones el segundo. Me explico. El primero es lo que se refiere al registro y al nombre, cosa en la que cada cual puede tener su opinión, pero dejémosla en barbecho por mientras tanto.
El segundo, el que la Federación tenga ad portas un Consejo en que es probable que tenga que elegirse un directorio completo. Tiene razón mi amigo Abel, legalmente tiene toda la razón. Un acuerdo se borra con otro acuerdo. Pero, creo que ahí no está la madre del cordero. Porque eso sería solucionar la mecánica del problema, la forma. Claro totalmente de acuerdo a la ley. Perfecto. Hasta ahí.
Pero el trasfondo no es ese. Se supone que al directorio llegan personas que, aunque no piensen igual, han pasado por el análisis de los votantes, por el tamiz del intercambio de opiniones, con un cierto tiempo de maduración para quienes los van a elegir. Eso cuando se sabe a ciencia cierta cuantos hay que elegir y cuantos están postulando, es decir, lo que normalmente pasa año a año. Todo clarito desde un principio.
Hoy, primero, no se sabe cuantos será necesario elegir. Puede que se llegue al extremo de tener que elegir un directorio completo. Por ahí en las cartas de renuncia leí la palabra indeclinable. Esas renuncias ni siquiera son conversables, son indeclinables. El que así lo puso, se supone, lo habrá pensado como para darle ese cariz. En una conferencia también leí que "no son renuncias con elástico". ¿Qué significa eso? Según entiendo, vendrían a ser casi iguales al caso anterior. Se dice que los directores seguirán trabajando como siempre. Perfecto, pero en calidad de dimisionarios. Y, ¿Cuántos son dimisionarios definitivos y cuantos no? Eso es fundamental para preparar una elección que no resulte en "una pata de gallo" como dice don Leute.
Me late, como dice mi viejo amigo, que lo sesudo sería darnos el tiempo suficiente para que, los presidentes de Asociaciones puedan consultar a sus bases, para que puedan llegar al Consejo con la opinión de la mayoría y no sólo con la propia. Son esencialmente portadores de un mandato y no de su propia opinión. Como el temita es peludo, más vale tomar resguardos para que no vayamos, al poco tiempo, tener que estar borrando un acuerdo con otro acuerdo, por no habernos dado el tiempo de solucionar el problema esencial, trascendente, el verdadero problema y no sólo la legalidad del procedimiento.
Que postergar un Consejo causa problemas, cierto los causa. Pero no sería la primera vez. Creo que cuando íbamos a Coihaique, se postergó por un porrazo que se dio el presidente. Con todo el respeto que me merece don Agustín, creo que este "porrazo", el de hoy, es más grande. Por lo tanto, bien vale tomarse algún tiempo para enderezar el entuerto bien, a fondo, no con parches curita.
Por lo tanto, creo que la situación de cada "director dimisionario" debiera ser clarificada individualmente e informada a las bases. Debiera saberse la postura del presidente. Hasta hoy nadie sabe que piensa sobre esto don Agustín. Creo que también debiera ser de conocimiento de las bases.
Una vez sabido cuantos directores se deben reemplazar, debiera darse algunos días para inscribir candidatos y que no se vaya a dar la situación que en el Consejo, recién, se sepa cuantos son y que, ahí mismo, se empiece la búsqueda de a quienes candidatear. Eso ya no esta para la magnitud y la importancia que ha adquirido nuestra querida Federación. Merece algo mejor que eso.
En fin, por la dignidad de la institución a que pertenecemos, creo que debiéramos esperar una actitud general de respeto hacia ella, y eso implica esforzarnos todos por hacer las cosas bien, aunque nos demoremos un poquito más. Como dice don Leute; "Porque voy urgío es que camino despacito, porque no tengo tiempo pa'un trompezón, menos pa'un porrazo".
Que sea este un remezón, puede que nos ponga más ágiles, pero no lo transformemos en cataclismo, porque, después, lo único que vamos a tener, serán perdidas.
Arturo Lavín Acevedo, Cauquenes del Maule, Junio del 2011.
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